domingo, 31 de octubre de 2010

Por una reforma en los valores sociales

No hace falta valerse de estudios rigurosos para descubrir que el ideal de muchos de los jóvenes que viven en condiciones de marginalidad es tener dinero. El sistema actual les ha mostrado el universo de cosas que pueden tener si tuvieran dinero. Con dinero se compran autos de lujo; con dinero se puede tener una mansión; con dinero se pueden tener mujeres hermosas. El “mundo perfecto”.

No digo que sean todos los jóvenes y tampoco quiero decir que sean sólo aquellos que viven en situaciones difíciles quienes ven esas características antes mencionadas como el “mundo perfecto”. No. Pero sí creo que muchos de los jóvenes que actualmente están participando de los grupos armados ilegales que delinquen en los barrios creen en ese ideal de vida como el mejor.

Lo han visto así en los medios, lo han vivido así en las bares cuando son discriminados o cuando ven los enormes centros comerciales donde no pueden comprar nada. Envidian esas condiciones de vida. Quieren verse algún día como aquellos cantantes de reggaeton que convierten sus videos en la perfecta muestra del ideal capitalista de la vida. Lujo, licor y mujeres. (Y no estoy diciendo que no me guste el reggaeton, ni el licor, ni el lujo, ni las mujeres. Yo también caigo)

Este deseo, se convierte casi que en una meta a cumplir para el futuro. Los jóvenes en condiciones marginales siempre han vivido en un mundo que les ha mostrado obstáculos. Ellos quieren una vida sin límites. Quieren poder tenerlo todo. Quieren Poder.

En su cotidianidad han visto como las armas son la herramienta para tener el poder supremo. Para hacer arrodillar a quien se quiera. Para acabar con quien no gusta. Para tener Poder. Además, quien tiene armas, tiene dinero. No importa su origen pero lo tiene. Y el dinero se convierte en medio y en fin. Con dinero, podremos conseguir más dinero. Pero, para eso, hay que empezar desde abajo. Ganando menos. Pero, ya sabemos que el dinero es medio y fin.

Por estas razones nuestros jóvenes terminan en las trincheras y no en las escuelas. Las escuelas están perdiendo jóvenes. El deseo de ese “mundo perfecto” ha superado el ideal de tener una vida digna y humilde. No pobre, sino humilde.

Los pobres no deberíamos aspirar a ser millonarios. Si fuéramos millonarios traicionaríamos nuestros orígenes, pues ser ricos significa entrar a esa clase que nos ha mantenido durante tanto tiempo en la peor posición en la “pirámide social”. Es más, nadie debería aspirar ser millonario. Pero ese es el fin último que ha construido el capitalismo salvaje.

Para llegar a ser millonario, necesariamente se necesita ser egoísta... y miope para no ver que mientras yo puedo ser tan ostentoso y tenerlo todo, hay quienes no tienen absolutamente nada. Pero, "no importa, porque yo puedo tenerlo todo".

He aquí la importancia de una reforma en los valores sociales. Una reforma que necesariamente implica un cambio de sistema económico, donde el ideal no sea una vida de millonarios, sino una vida digna, donde se respeten los derechos y se cumplan los deberes. Una reforma en los valores que necesariamente se encamina a una real democracia.

Una reforma necesaria. Y se necesitan voluntarios que militen en la idea de un nuevo estilo de vida.