jueves, 28 de mayo de 2009

“Esto es nuestro y para ustedes también”

Indígena perteneciente a la comunidad Guambiana, principales miembros de las Autoridades Indígenas de Colombia (AICO)
Fotografía: ©Ivan Recalde Correa

Los Misak o grupos guambianos amerindios del sur de Colombia, reunidos en 1978 durante “La Primera Asamblea del Pueblo Guambiano” gritaron juntos: “ibe namuyguen y nimmerea” (En español: “Esto es nuestro y para ustedes también”) su máximo manifiesto y una frase que bien podría resumir la filosofía de todos los movimientos políticos de minorías étnicas en el país.

Valga aclarar que no son muchos los movimientos sociales y políticos legalmente reconocidos por la Registraduría Nacional del Estado Civil. El Movimiento Alianza Social Indígena (ASI), las Autoridades Indígenas de Colombia, El Movimiento Alianza Social Afrocolombiana (ASA) y el Movimiento Social Afrocolombiano (AFRO) y Opción Verde son los únicos con personería jurídica vigente de acuerdo a la resolución 1057 del 13 de julio de 2006, que disminuyó la cantidad de partidos y movimientos políticos en Colombia.

Estos movimientos políticos que nacen desde las minorías sociales tienen una característica en general: Su ideal de inclusión. El Movimiento Social Afrocolombiano declara que “por primera vez en la historia de nuestro país, se le da la posibilidad a ciudadanos afrocolombianos de dirigir un movimiento político nacional con personería jurídica y de direccionar a cada uno de los electos con políticas claras y reales de inclusión social a los ciudadanos que no han tenido oportunidades”.

Y es que la principal razón de ser de sus políticas y sus fundamentos radica en la falta de oportunidades que las minorías étnicas han tenido dentro de las estructuras políticas tradicionales. El boom de estos movimientos se dio durante la presidencia del militar Gustavo Rojas Pinilla, quien no pertenecía ninguno de los partidos políticos tradicionales y se tomó el poder colombiano en el año de 1953 por medio de un Golpe de Estado. Durante esta presidencia amplios sectores sociales vieron la posibilidad de una nueva representación -dado el carácter populista de ese gobierno- y se empiezan a incentivar los movimientos sindicales, obreros, sociales y étnicos.

A lo largo del Frente Nacional, y aunque no tenían la oportunidad de participar activamente en la política, los movimientos siguieron conformándose y cada vez eran más sólidas las bases bajo las que se cimentaban.

Actualmente, estos movimientos políticos se han convertido en opciones posibles de gobierno, con un poder de decisión mucho más fuerte y ocupando importantes cargos públicos. Las principales razones para que esto sucediera las explica la Alianza Social Indígena dentro de su perfil político, argumentando que “la crisis de la izquierda y los partidos tradicionales, así como el resquebrajamientos de los valores tradicionales de la sociedad colombiana agudizados por la irrupción del narcotráfico, el terrorismo, el paramilitarismo, el sicariato, traen como consecuencia la pérdida de confianza y crisis de legitimidad de los partidos tradicionales y de izquierda”.

Por esto, los movimientos políticos de minorías proponen opciones más humanitarias, que rescaten los valores del hombre y en donde la unidad, basada en un modelo pluriétnico y multicultural, como se plasma en la constitución, sea el modelo alternativo de un nuevo poder que, no es tan nuevo, pero sólo hasta ahora está siendo escuchado.

domingo, 24 de mayo de 2009

“Transformación que los blancos llaman: ‘infraestructura’”

Fotografía: Edwin Ciro-La Fuerza Informativa©

Esas palabras firmes y decididas, que asemejan un discurso político en medio de una plaza pública, son pronunciadas por Eulalia Yagarí González, diputada de la Asamblea Departamental de Antioquia por la Alianza Social Indígena (ASI), cuando le preguntó si realmente Medellín vive un proceso de transformación. “Infraestructura, en eso sí ha habido transformación –continúa ella–. Se ve que hay un poco más de cultura; al menos en los barrios populares de Medellín colocaron una biblioteca, en vez de colocar un fusil […] esos dos procesos los valoro”.

Lo más significativo de su discurso es que siendo ella una líder activa del partido político que apoyó directamente las campañas de Alonso Salazar, actual Alcalde de Medellín, y de Sergio Fajardo, alcalde de la misma ciudad durante el periodo 2004-2007, no deja de lado las falencias que han existido en los procesos de transformación de la ciudad y pide incansablemente a la administración local, departamental y nacional que entienda que lo que necesita el pueblo es “salud, trabajo y educación” y que se de “invertir más en la clase pobre del país para evitar la guerra”.

Eulalia Yagarí González es una indígena nacida en 1960 en el resguardo indígena Embera Chamí de Crtistanía, ubicado en el municipio de Jardín, Antioquia. Desde muy joven se involucró en la política; más precisamente, a los catorce años cuando luchó por la recuperación de terrenos de su resguardo indígena, que estaban siendo invadidos por hacendados cafeteros de la región. Esta batalla cambiaría su vida y le definiría el rumbo de su carrera; seguiría luchando por los derechos de las minorías, por los derechos de las mujeres y, sobre todo, por los derechos de su comunidad.

Ahora, como diputada de la Asamblea Departamental de Antioquia, y a pesar de ser una minoría en esta entidad, Eulalia Yagarí ha luchado por la defensa de los derechos de las mujeres y ha defendido a las clases más pobres del departamento.

Pero en este momento una de sus preocupaciones más grandes es la reactivación de la violencia en la ciudad de Medellín. Para ella, el problema radica en que los “grupos emergentes quedaron solos, sin un líder porque a sus jefes los llevaron para las cárceles de los Estados Unidos, y esto es la causa del desorden en la ciudad”.

La solución, en su concepto, no está en las armas; la solución es que “la humanidad replantee su forma de pensar. […] Los delincuentes no nacieron delincuentes, ellos son victimas de un abandono social del Estado y por esto tiene que existir una política social que fomente la salud y la educación”.

Por esta razón, Eulalia Yagarí sigue trabajando para que la situación cambie, porque si bien siente que las cosas están mejorando, considera que aún falta mucho camino por recorrer y ella, desde su movimiento político, quiere hacerse partícipe en la
construcción de ese nuevo camino.


Escuche un fragmento de la entrevista a Eulalia Yagarí:

jueves, 14 de mayo de 2009

“La construcción de un nuevo poder”

Ese es el sueño de la Alianza Social Indígena (ASI); o bien, de todos los movimientos políticos alternativos que quieren hacer posible otra forma de hacer política, alejada de lo tradicional y corrupto, de los linajes incrustados en el Estado y de la desmoralización de los ejercicios del poder.

La diferencia de este movimiento, frente a los muchos más que se han quedado en el intento, es que la ASI realmente se ha constituido en una opción de poder trascendental en el país. Dos de las ciudades más importantes de Colombia, Medellín y Cúcuta, tienen como alcaldes a miembros de esta alianza social y política, a saber, Alonso Salazar y María Eugenia Riascos, respectivamente.

Además, según las últimas encuestas, Sergio Fajardo Valderrama -quien surge como político bajo las banderas de este movimiento y bajo su tutela alcanza la Alcaldía de Medellín en el periodo 2004-2007- es ahora el candidato con mayores oportunidades de quedarse con la Presidencia de la República para el periodo 2010-2014, en caso de que el actual Presidente, Álvaro Uribe, no se lance como candidato.

Estos importantes triunfos políticos y electorales han causado mella en algunos sectores políticos, económicos y militares tradicionales de Colombia, lo que los ha hecho victimas de múltiples ataques verbales, acusaciones graves, e incluso, agresiones físicas.

La última de ellas, y quizá la más grave, fue la vinculación que se le dio a la Alianza Social Indígena con el Partido Comunista Clandestino Colombiano (PCCC o PC3), brazo político de la guerrilla colombiana, Farc.

En un informe de inteligencia hecho en la ciudad de Medellín por el CTI, en coordinación con la IV Brigada del Ejército, se muestra un supuesto organigrama del PC3 con los miembros de la estructura política y entre los que se encuentra la Alianza Social Indígena.

El pronunciamiento general de todas las organizaciones a las que se les vinculó con las Farc fue el rechazo total a la persecusión política que según ellos se adelanta en su contra y que está caracterizada por la macartización de las nuevas formas de hacer política y de las posiciones alternativas que nacen desde movimientos étnicos y sociales con verdaderas opciones de arrebatarle el poder a las clases sociales tradicionales.

lunes, 4 de mayo de 2009

El nacimiento de una lucha que aún continúa

La regla del ocho era el deseo de todos los trabajadores norteamericanos. Ocho horas de trabajo, ocho horas de sueño y ocho horas para la diversión era el ideal que los trabajadores querían hacer valer.

En 1886, el Presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la denominada Ley Ingersoll que respetaba las ocho horas de trabajo diarias de los trabajadores. Sin embargo, en cada uno de los estados, aunque se cumplía la ley, se aplicaban cláusulas que seguían permitiendo el trabajo de más de ocho horas. Por su parte, las precarias condiciones de la clase obrera, seguían siendo las mismas lo que condujo a la masiva movilización de las organizaciones obreras.

A pesar de las órdenes de La Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, máxima organización de trabajadores de EE.UU., rechazara la propuesta de la movilización del primero de mayo de 1886, 200.000 trabajadores salieron a huelga hasta que no fueran mejoradas sus condiciones laborales y sociales. Antes, otros 200.000 trabajadores, solo con la amenaza de paro ya habían logrado el objetivo de la regla del ocho.

Pero en la ciudad de Chicago, donde las condiciones laborales eran mucho peores que en otros lugares, los trabajadores continuaron protestando el 2 y el 3 de mayo.

Luego de que el Alcalde de la ciudad visitara a los obreros de Haymarket Square, la noche del 4 de mayo, el comandante de policía consideró prudente desalojar el sitio de los obreros. Pero, explotó una bomba entre el grupo de policías y se abrió fuego contra toda la muchedumbre, dejando una cifra desconocida de muertos.

Los obreros fueron oprimidos y día a día la policía allanaba sus casas para encontrar cualquier mínimo objeto que los pudiera relacionar con la explosión de la noche del 4 de mayo o con algún otro delito.

A pesar de la gravedad de las situación no todo fue negativo, ese año, la mayoría de los patronos decidieron acceder a la petición de los trabajadores de la regla del ocho. La Federación de Gremios y Uniones Organizadas expresó su júbilo con estas palabras: "Jamás en la historia de este país ha habido un levantamiento tan general entre las masas industriales. El deseo de una disminución de la jornada de trabajo ha impulsado a millones de trabajadores a afiliarse a las organizaciones existentes, cuando hasta ahora habían permanecido indiferentes a la agitación sindical".

Luego de este triunfo y la reunión de la Segunda Internacional Socialista en 1886, el movimiento obrero internacional decretó este día como el Día Internacional de los Trabajadores.

Aunque en Estados Unidos se dio el hecho causal de la conmemoración anual, nunca se ha celebrado este día, pues ya existía anteriormente el Labor Day que se celebraba en septiembre. Cabe resaltar que la razón de fondo, fue que Grover Cleveland, Presidente de los Estados Unidos en aquella época, pensó en que una celebración en mayo auspiciaría al movimiento socialista en el país.

Increíblemente, los avances en los derechos laborales parecen ir en retroceso. En Colombia, por ejemplo, la jornada de trabajo de ocho horas es cumplida a medias. Y además, nacen otras figuras como las Cooperativas Asociadas de Trabajo, que perjudican los derechos de la clase trabajadora.
El primero de marcho no sólo es una fecha para remembrar a los obreros que dieron su vida por la consecusión de derechos laborales. No, es el continuar con una lucha por los derechos de los trabajadores, por las condiciones dignas y justas, porque no sean sólo las perdidas las que se repartan. Por esto es que marchar aun tiene vigencia.