martes, 24 de julio de 2012

"El cuerpo paga los precios que no sanamos en nuestra alma" Relación del estado de ánimo con la aparición de enfermedades... más que un mito

Fotografía: tomada de Facebook.

Sí, lo sé. Al leer este titular más de uno pensará en los artículos de auto-ayuda que lee mamá o en las publicaciones de cualquier revista de salón de belleza (mi mamá tiene uno así que sé muy bien a lo que me refiero).

Sin embargo, la relación entre las emociones y la aparición de enfermedades es objeto de estudio científico, y está íntimamente relacionado con una rama denominada la "Psiconeuroinmunoendocrinología", y no es un nombre rebuscado de ninguna pseudo-ciencia. Estamos hablando de un asunto real y comprobable. 


En este caso, quise abordar este tema no desde una perspectiva médica. Si bien, sí lo realizaré para completar este trabajo, quisiera empezar con una mirada muy humana. Se trata de la visión de Henry Rodríguez, coach reconocido en diferentes países de América Latina, periodista de profesión, bogotano de nacimiento y feliz hincha del Santa Fé. 


Sus palabras son las de un hombre comprometido con el mejoramiento del ser humano y con la visión de una mirada integral del individuo. Sus respuestas sorprenden por la precisión de sus argumentos. Nada de palmaditas en la espalda. Al grano y con tino.

Johnatan Clavijo ¿Con qué argumento usted le explicaría a una persona escéptica que las enfermedades tienen una relación directa con su estado de ánimo? 

Henry Rodríguez: La llamada “medicina holística" hace parte del gran movimiento holístico, según el cual el ser humano es integral y como tal debe ser abordado. Antes se creía que la medicina debía enfocarse sólo en el cuerpo y en particular en el órgano o sistema que presentaba síntomas de enfermedad. Así, patologías del corazón eran abordadas con enfoque netamente cardiaco o dolencias pulmonares con un prisma de infectología. Esto suena lógico y razonable. Irrebatible si se quiere. Pero surgen preguntas ¿Es todo? ¿Es suficiente? ¿El aporte del paciente se debe limitar a su adherencia al tratamiento?

El placebo ha permitido avanzar en estas respuestas. Dos pacientes con síntomatología similar reciben su tratamiento farmacológico. A uno se le da placebo, o sea nada, y se le dice que será tratado con medicamentos de punta. Y al otro se le da el medicamento pero no se le da demasiada información. Al final, hay casos donde los resultados son similares ¿Cómo es posible esto? Parece inexplicable a la luz de la razón. Al preguntársele al paciente que recibió placebo dice que creía firme temerte en esos medicamentos de punta. Su confianza en ellos produjo el resultado inesperado. ¿Qué es confianza? Significa con-fe. Un paciente entusiasta con su tratamiento tiende a recuperarse más rápidamente que uno escéptico y reacio a sus medicinas.

Ahora, considero que nadie se muere de pena moral. Pero, la enfermedad de la modernidad es la depresión. Un paciente con esta patología tiende a bajar a tal punto su amor por la vida, que hasta su sistema inmunológico se derrumba y es campo fértil para nuevas enfermedades. Unas de las causas de los problemas cardiacos es la adicción al cigarrillo y al alcohol, lo mismo que la obesidad. ¿Por qué la gente fuma, bebe o es sedentaria? ¿Tendrá que ver con su mundo emocional? ¿Tendrá que ver con su cosmología?

A los escépticos los invito a mirar más allá de lo obvio. Los invito a romper el patrón. Por apenas XV siglos la humanidad pensó que la Tierra era plana. Cuando Galileo cuestionó esta manera de ver el mundo, los escépticos dijeron que no, que la Tierra era plana. La pregunta es ¿Qué tal si lo que tú crees que es, no es? Hipócrates, padre de la medicina, consideraba a sus pacientes no sólo como sujetos de dolor, sino también como agentes de su recuperación.

J.C. ¿Obstaculizar los sentimientos puede causar un infarto? 


H.R. La calma, la tranquilidad y el relax son parte del tratamiento médico para un paciente que ha sufrido un infarto. Muchos episodios de infarto están asociados a altos niveles de estrés y a un manejo inadecuado de emociones como la rabia. Muchos seres humanos son analfabetas emocionales, no por su culpa, sino por el entorno en el que se mueven, donde reina la razón y la emoción es proscrita. No expresamos nuestras emociones, como el amor o la ira, no lloramos nuestras lágrimas ni reímos nuestras risas y no perdonamos y sí nos llenamos de odio, resentimiento y rencor. El cuerpo paga los precios de lo que no sanamos en nuestra alma. Creo que una persona que es capaz de expresar sus emociones y se hace cargo de su mundo emocional tiene menos probabilidades de un infarto que aquellos que se atragantan sus sollozos, y su ternura. Hay gente que tiene atoradas sus emociones. Creo que llorar sana, drena y libera. Y hay muchos que aún creen que los hombres no deben llorar. Una cosa es lo que sentimos y otra lo que expresamos al exterior. Si no exteriorizamos esas emociones, se atrapan, se encarcelan en el cuerpo y algún ellas buscan una salida.

J.C. Se cree que el cáncer tiene relación directa con el rencor ¿Cuál es su hipótesis?


H.R. El estado emocional mantenido y no resuelto abre las puertas del cuerpo a la enfermedad. Desde Freud hay estudios que le otorgan un sustento a procesos mentales como causa de trastornos corporales. Hans Selye, médico austro-húngaro, mostró con sus investigaciones de 1936 en Montreal sobre el estrés que hay evidencias experimentales de que ante situaciones de conflicto se producen cambios fisiológicos de todo orden. Y en 1975 Robert Ader, psiquiatra de la Universidad de Rochester en Nueva York, habló de “psiconeuroinmulogía" para asociar los trastornos del sistema inmune con los cambios psicológicos. 


El médico chileno Fernando Morgado y la experta en emocionalidad Jane Crossley escribieron en el 2003 el libro “De fantasmas y demonios", y al observar la historia de la medicina dicen que el elemento común en las concepciones de Freud, Selye y Ader es que la emoción humana actúa como puente real y significativo entre la mente y el cuerpo. 


Concretamente en el cáncer, se ha demostrado que en situaciones de ansiedad o depresión crónica, se elevan los niveles sanguíneos de cortisona, disminuyendo la respuesta inmune que elimina las células tumorales. Los estados de duelo y soledad también influyen en la aparición de células cancerígenas. Hay estudios que muestran que las mujeres que sufren un estado de duelo por el abandono o muerte de su pareja, son más proclives al cáncer de mama. Desde mediados del Siglo XX hay trabajos que muestran que el cáncer se presenta con mayor frecuencia en personas que no expresan sus emociones. Morgado y Crossley (“Fantasmas y Demonios") indican que ensayos clínicos de intervenciones psicológicas muestran que las manifestaciones de rabia aumentan significativamente la sobrevida con pacientes con cáncer. La rabia es una emoción que ha demostrado tener una influencia positiva sobre las células que atacan la aparición de tumores cancerígenos. En estado de rabia se eleva el número y eficiencia de estas células, por lo que la mejor forma de atacar el cáncer es expresar la rabia y no reprimirla. Estos expertos consideran que el cáncer no debe ser aceptado con sumisión. Por el contrario, debe ser rechazado mentalmente, injuriado, insultado. Toda la rabia posible debe desencadenarse contra el cáncer en un intento por activar las células que lo atacan. La emoción humana en el cáncer, como en todas las enfermedades, puede provocar o resolver una dolencia. 

J.C. En su labor ha conocido miles de personas. En todas ellas ha trabajado para que mejoren su SER. ¿Quisiera resaltar algún caso en particular en el que alguna persona haya dejado de lado una enfermedad después de un entrenamiento?

H.R. En mi trabajo como coach he trabajado con muchas personas. Recuerdo un caso en el que comenzamos la sesión de coaching y antes de entrar en materia la señora me dijo que no se había sentido muy bien los últimos días, que la gastritis la incomodaba. Le dije que me hablara de su gastritis, de qué era lo que sentía. Me dijo que era como un fuego que le quemaba el estómago. Recuerdo que le pregunté que desde cuando sentía eso. Y me dijo que desde que entró a su trabajo, hace un par de años. Le pregunté si ella veía alguna conexión entre la gastritis y el trabajo. Y llorando me contó de la presión y el estrés que le producía su cargo laboral. Y le pregunté: ¿Si tu estómago pudiera hablar qué te diría? “Me diría que no lo lastimara más con ese estrés, con esa presión, con ese desorden alimenticio, que lo escuchara, que lleva dos años pidiendo a gritos ser escuchado". Lloró. Y ella misma me dijo “no puedo seguir así, necesito decidir qué hacer con mi vida". Un tiempo después pidió otra sesión y me contó que ya no padecía de gastritis. Que se había curado. Pero que ahora le dolía la espalda y no podía dormir. Le dije: no soy médico. Y respondió, pero me cura. Hablamos de su crisis económica y de su relación de pareja.

J.C. ¿Cree que la medicina convencional se está preocupando en la actualidad por el estado de ánimo del individuo? 


H.R. Bueno, cada vez veo a más médicos, profesionales de la salud e instituciones del sector salud haciendo un abordaje holístico de sus consultantes. Muchos ya han entendido que somos UNO, y que el cuerpo no está separado de su alma y de sus emociones. Un abordaje integral es cada vez más común. Ya estamos saliendo de la ceguera, pero no solo en el campo de la salud. No. En todas las áreas del pensamiento humano. La modernidad nos llevó a crear máquinas capaces de escanear hasta lo más profundo del cuerpo humano, pero hemos olvidado al hombre y a la mujer que habita ese cuerpo, esa piel. Un niño se cae e intuitivamente se soba para aliviar el dolor. La mamá lo lleva al hospital y le hacen una tomografía. Y le creemos más a las máquinas que a los niños. Antes creía que el mejor médico era el que más sabía, hoy creo que el mejor médico es aquel capaz de escuchar a sus pacientes. 

J.C. Cuando usted se siente enfermo ¿Va a un médico convencional o a algún médico bioenergético, cuántico o relacionado con la medicina alternativa?

H.R. Afortunadamente estoy en ese rango de edad en que los epidemiólogos dicen que los hombres no se enferman, que es como entre los 18 y los 50 años. Claro que cuando requiero consultar a un médico busco a uno que esté en este contexto que llamamos “nueva racionalidad”, que contempla la conexión de la razón y el corazón. Y siempre tengo a mi coach, con quien manejo mis cosas del alma, de la vida.

J.C. Quisiera agregar alguna conclusión... 


H.R. La nueva definición de salud, que comienza a ganar adeptos en el mundo entero, dice que “es la habilidad para adaptarse, automanejarse, de cara a lo social, lo psicológico y los retos emocionales”. El mundo emocional determina cómo ocurre el mundo para cada individuo. Si tenemos disponible el mundo emocional, aparece la alegría, la gratitud y la salud. Desde allí reconocemos el mundo y lo celebramos. Somos seres emocionales. No hay forma de no sentir emociones. Aquel que niega sus emociones está negando todo aquello que nos hace humanos. Vive tus emociones y exprésalas al mundo y así vivirás una vida saludable.

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