lunes, 4 de mayo de 2009

El nacimiento de una lucha que aún continúa

La regla del ocho era el deseo de todos los trabajadores norteamericanos. Ocho horas de trabajo, ocho horas de sueño y ocho horas para la diversión era el ideal que los trabajadores querían hacer valer.

En 1886, el Presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la denominada Ley Ingersoll que respetaba las ocho horas de trabajo diarias de los trabajadores. Sin embargo, en cada uno de los estados, aunque se cumplía la ley, se aplicaban cláusulas que seguían permitiendo el trabajo de más de ocho horas. Por su parte, las precarias condiciones de la clase obrera, seguían siendo las mismas lo que condujo a la masiva movilización de las organizaciones obreras.

A pesar de las órdenes de La Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, máxima organización de trabajadores de EE.UU., rechazara la propuesta de la movilización del primero de mayo de 1886, 200.000 trabajadores salieron a huelga hasta que no fueran mejoradas sus condiciones laborales y sociales. Antes, otros 200.000 trabajadores, solo con la amenaza de paro ya habían logrado el objetivo de la regla del ocho.

Pero en la ciudad de Chicago, donde las condiciones laborales eran mucho peores que en otros lugares, los trabajadores continuaron protestando el 2 y el 3 de mayo.

Luego de que el Alcalde de la ciudad visitara a los obreros de Haymarket Square, la noche del 4 de mayo, el comandante de policía consideró prudente desalojar el sitio de los obreros. Pero, explotó una bomba entre el grupo de policías y se abrió fuego contra toda la muchedumbre, dejando una cifra desconocida de muertos.

Los obreros fueron oprimidos y día a día la policía allanaba sus casas para encontrar cualquier mínimo objeto que los pudiera relacionar con la explosión de la noche del 4 de mayo o con algún otro delito.

A pesar de la gravedad de las situación no todo fue negativo, ese año, la mayoría de los patronos decidieron acceder a la petición de los trabajadores de la regla del ocho. La Federación de Gremios y Uniones Organizadas expresó su júbilo con estas palabras: "Jamás en la historia de este país ha habido un levantamiento tan general entre las masas industriales. El deseo de una disminución de la jornada de trabajo ha impulsado a millones de trabajadores a afiliarse a las organizaciones existentes, cuando hasta ahora habían permanecido indiferentes a la agitación sindical".

Luego de este triunfo y la reunión de la Segunda Internacional Socialista en 1886, el movimiento obrero internacional decretó este día como el Día Internacional de los Trabajadores.

Aunque en Estados Unidos se dio el hecho causal de la conmemoración anual, nunca se ha celebrado este día, pues ya existía anteriormente el Labor Day que se celebraba en septiembre. Cabe resaltar que la razón de fondo, fue que Grover Cleveland, Presidente de los Estados Unidos en aquella época, pensó en que una celebración en mayo auspiciaría al movimiento socialista en el país.

Increíblemente, los avances en los derechos laborales parecen ir en retroceso. En Colombia, por ejemplo, la jornada de trabajo de ocho horas es cumplida a medias. Y además, nacen otras figuras como las Cooperativas Asociadas de Trabajo, que perjudican los derechos de la clase trabajadora.
El primero de marcho no sólo es una fecha para remembrar a los obreros que dieron su vida por la consecusión de derechos laborales. No, es el continuar con una lucha por los derechos de los trabajadores, por las condiciones dignas y justas, porque no sean sólo las perdidas las que se repartan. Por esto es que marchar aun tiene vigencia.

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