jueves, 19 de marzo de 2009

Historia de la violencia en Medellín

"Para comer hay que buscarse el real"


“Sobreviviendo en una realidad
De la cual yo no podía ni escapar.
Para comer hay que buscarse el real
Aunque se una regla sociedad
A la cárcel te escribe mi amistad
No te apures que tu suerte cambiará”


Héctor Lavoe-El día de suerte

Para comprender este segundo punto de la evolución histórica de la violencia en Medellín, se hace necesaria la mención de estas cifras:

“En 1951 Medellín tenía una población de 358.189, para 1973, ésta se multiplica por 3.2 veces, llegando a un total de 1.152.000. Nueve años antes, en 1964, ya tenía 773.877”[1].

Bajo esta cifra se justifica el proceso expansionista de Medellín en aquella época. La capital del departamento de Antioquia se extiende a tal punto que ya toca límites con sus respectivos municipios colindantes: Bello, al norte y Envigado e Itagüí al sur.

Este mismo desarrollo, conllevó a que la planeación de Medellín tuviera consigo, una idea fundamental de recuperación de espacios deteriorados. Esta idea surgió de las élites económicas y políticas y se desarrolló por medio de las entidades públicas que habían tenido desarrollo en la década de los cincuenta y sesenta como “Empresas Públicas de Medellín (1955), de las Empresas Varias (1965), del Departamento Administrativo de Planeación y Servicios Técnicos (1967)”[2].

Esta última entidad jugó un papel fundamental en la misión que se proponían las minorías poderosas. Zonas con obras públicas importantes, son zonas en las que no puede vivir una persona con cualquier ingreso mensual, por el aumento sustancial de los servicios públicos, pagos de predial, entre otros factores directos e indirectos. Este modelo de planeación era, sin duda, un modelo de exclusión pensado por las clases altas y que ofrecía unos resultados importantes para ellos. Liberaban territorios de aquellos que según su filosofía los “deterioraban”, para convertirlos en centros de “progreso”.
Bien puede un preguntarse ¿Se logra un verdadero progreso en la ciudad, y el país en general, con esta visión? O ¿estos personajes se referían al progreso de sus bolsillos? En fin, basta con mirar las diferencias socio-económicas de Medellín para entender este asunto. Una minoría inmensamente rica frente a una mayoría pobre.

Los territorios elegidos para reubicar a las personas, sin duda, fueron la puntada final para la exclusión social. Hoy, aún quedan rastros de todo ese proceso, que valga aclarar, no tuvo el mismo “éxito” en todos los lugares. Actualmente, sectores estrato uno en El Poblado –zona de alto nivel socio-económico, en términos generales– son muestra de ello. Aún hoy estas personas luchan porque se les reconozca su derecho a estar ahí, y porque no sean un factor de “deterioro” de la zona, frente a su “progreso” potencial.

por su parte, las Empresas Públicas de Medellín, por el contrario, sí fueron un factor determinante en el proceso de búsqueda de una inclusión social. Su política de cubrimiento total en la zona sirvió para evitar una brecha aún mayor entre las clase sociales.

La brecha de exclusión empezó a generar círculos de marginalidad y pobreza. El odio por los que tenían dinero, impulsó a las acciones de inseguridad y violencia. Pero no sólo esto; en condiciones de pobreza extrema y frente a situaciones de desempleo, muchos de los jóvenes que no podían mantenerse en la educación secundaria o estaban imposibilitados a estudiar una carrera universitaria, veían en el camino del 'dinero fácil' una forma de sobrevivir y mejorar sus condiciones de vida; condiciones dignas que el gobierno les negaba.
El camino del 'dinero fácil' eran los robos, la delincuencia común -bien fuera en grupos organizados o desde la individualidad-; en general, la violencia que generaba dividendos.

El fenómeno social había mutado a un nivel superior, sólo faltaba la estocada final: El narcotráfico.

Pintura
Fernando Botero
El cazador 1999
Pintura (Óleo/Tela)57,5 x 45,7 cm

Bibliografía
[1] Contexto General de la Violencia en Medellín. Alberto Granda Marín-Iván Darío Ramírez
[2] Ibíd

3 comentarios:

  1. El comienzo es llamativo, pero pierde fuerza, creo que debiste haber desarrollado mejor el tema. Tienes algunos errores ortográficos.

    ResponderEliminar
  2. Hola Edna, agradezco tu comentario y ya le hize algunas modificaciones a errores e ideas sueltas que había dejado pasar. Gracias de nuevo por ofrecerme tu visión del artículo.

    ResponderEliminar
  3. Creo que escogiste un camino difícil pero valioso...en este caso hay que lograr mucho equilibrio entre el lenguaje de las fuentes y el lenguaje periodístico necesario para hacer comprensible el texto para las audiencias. Comparto los comentarios de Edna,crep que se puede revisar la estructura y redacción del texto.

    ResponderEliminar