jueves, 23 de abril de 2009

Un futuro por transformar

No me imagino a mí caminando entre estas calles empinadas y zigzagueantes de Santo Domingo Savio hace diez años. Tampoco me imagino a los turistas, ni a los niños en el parque; es más, no alcanzo a imaginar la vida aquí cuando pasar de un barrio a otro era “marcar calavera”, porque para las bandas armadas ilegales todas las personas que no vivieran en sus terrenos eran unos sapos, todos los que no pertenecían a su dominio eran el enemigo.

Para alcanzar a dimensionar la gravedad del asunto, se hace necesario mencionar que en la década del 90, en tan sólo este barrio del nororiente de Medellín fueron asesinados más de 2000 jóvenes, la mayoría de ellos, miembros de grupos armados ilegales, según cifras de la Policía Nacional. Una razón de peso que hizo que Santo Domingo Savio fuera conocido como uno de los barrios más peligrosos de la ciudad y se convirtiera en un referente de violencia para todo el Valle de Aburrá, e incluso, para Colombia y el mundo.

Pero en la actualidad las cosas han cambiado y aunque la violencia continúa, ciertamente ha cedido en su intensidad. En cuanto a lo físico y estructural, el metrocable, el crecimiento del comercio y en general, las obras públicas llevadas a cabo por la Alcaldía de Medellín en esta zona, han sido fundamentales para la inclusión social de estos ciudadanos que, por vivir en la periferia, eran olvidados por el estado.
A pesar de las políticas incluyentes y el desarrollo en infraestructura, la violencia sigue ahí, casi inamovible, filtrando la sociedad y formando los nuevos 'rambos' motociclistas que le dan un precio a la muerte o los 'duros' que de tanto matar ya se lavan las manos y le entregan el arma al otro para que se encargue de los 'mandados'.

Continúo mi camino por las calles del barrio y tomo algunas fotografías con cautela, miro a todos lados, intento ir cerca de alguien; en fin, miles de tretas para sentirme más seguro. Me siento en la boca del lobo; es que las cifras del 90 son difíciles de olvidar.
Mi paseo por este barrio no es gratuito. Busco a unas pequeñas personas que me pueden ayudar a conocer la historia del barrio y los cambios que se han vivido. Me dirijo al mirador de Santo Domingo Savio; allí, según me comentaron, es donde puedo encontrar a quienes busco.

Llego al mirador y me entretengo viendo el bello paisaje de la ciudad de Medellín. Mientras tanto, un trío de niños se me acerca y uno de ellos me pregunta: “¿Está conociendo?, nosotros somos los niños guías de Santo Domingo. Mucho gusto, mi nombre es Freddy Ferney”. Los había encontrado.

Les respondo que me interesa mucho la visita guiada; les explico que yo también estoy trabajando y que la historia que quiero contar es la de ellos. Son niños sumamente amables y están dispuestos a colaborarme; saco mi grabadora y empieza el recorrido.

Los niños comienzan su labor (Escuche el audio de la visita guiada ubicado en la columna izquierda del blog). Cada uno de ellos me habla sobre un tema determinado: el metrocable, las canchas sintéticas, los murales, la época de violencia, en fin, es todo un discurso que ya tienen preparado y aprendido de principio a fin. Y es que todos los niños guías de Santo Domingo utilizan prácticamente las mismas expresiones y se puede decir que con las mismas inflexiones, ya que todo ese conocimiento fue pasado voz a voz, es decir, del niño que conocía al que quería aprender.

Seguimos caminando por el barrio y Freddy me comenta que él es uno de los iniciadores del grupo de niños guías de Santo Domingo, sus amigos lo acompañan en esa aseveración y dicen que él fue quien les enseñó. “Unos turistas –dice Freddy– venían sin conocer y se iban solitos. Entonces yo empecé a investigar con los arquitectos y con los señores y empecé a guiar. Y ya los turistas están contentos”.
Freddy tiene doce años y estudia en tercero de primaria. Me confiesa que algunos niños se lo “gozan” por ser tan grande y apenas estar en ese curso, pero el dice orgulloso que “lo importante es estudiar”. Él es niño guía de Santo Domingo Savio desde hace cuatro años. Para esa época, sólo Freddy y otro niño del barrio eran niños guías. Ahora, son más de veinte.
El trabajo que ellos hacen es independiente y completamente voluntario. No están patrocinados por ninguna entidad; aunque la Alcaldía, que les había prometido uniformes, les dio carnés para que se identificaran como guías turísticos ante los visitantes.

El aporte que ellos piden por su labor es completamente voluntario. Freddy me comenta que le pueden dar entre cinco mil, diez mil o hasta cincuenta mil pesos por visita. “Gracias a Dios le colaboran a uno mucho, aunque hay unos que le dan a uno cien, doscientos (pesos) y eso lo deja a uno aburrido".
Pero, este trabajo no nace de la nada. Tiene unas raíces económicas de fondo que hacen pensar sobre las precarias condiciones de vida de la población de Santo Domingo Savio. Freddy me comenta que: "lo que yo me hago se lo doy a mi mamá porque nosotros estamos muy necesitados; yo me vengo a guiar y así nos ganamos plata".

Liliana María es la madre de Freddy, ella ha vivido casi todos sus 31 años de vida en este barrio. Ha tenido que convivir con la violencia y ha tenido que padecer las difíciles situaciones económicas.
Sobre la época de violencia prefiere mejor no hablar, dice que “eso es muy duro. Todo lo que uno sabe y cuando lo cuenta…no, no, no, cada vez que yo hablo de eso me dan ganas de llorar”. Sin duda, la violencia ha dejado heridas tan profundas en ella, como en muchos de los habitantes de este sector, que los recuerdos de esa etapa difícil aún la atormentan y le impiden dejar de mirar atrás en su vida con melancolía (Conozca algunos testimonios sobre la violencia en Santo Domingo Savio).

Ella fue testigo de la transformación y habla con firmeza sobre los cambios en el barrio: “Todo esto cambio por completo, mire lo bonito que está. Antes no tenía la fama que tiene ahora esto por acá. Antes era muy peligroso”.
Sin embargo, sus condiciones económicas y las de su familia siguen siendo difíciles. En un principio a Liliana no le gustaba mucho que su hijo trabajara como guía, pues “eso lo ve la gente por televisión y dice "vea esos ‘papas’ como mandan a los niños a trabajar pa’ que les traigan plata", y eso no es así, mi hijo es guía porque quiere”. Ahora, ella comprende la labor de su hijo y aprecia que él quiera ayudar a las personas, guiar a los visitantes, contribuir a la sociedad.

Liliana también le agradece mucho a su hijo los aportes económicos que puede dar en la casa. “Cuando él termina de hacer una visita me trae la mitad o más de la mitad”, me dice ella, complementando que eso les sirve para solventar algunos de los gastos del hogar. Y es que Freddy, con sus doce añitos, ya es el otro 'señor de la casa'. Es un niño valiante y con berraquera que se ha criado en medio de las condiciones difíciles y ha sabido enfrentarlas.
Ya ha terminado mi recorrido por Santo Domingo Savio, pero, antes de irme le pregunto a Freddy qué quiere ser cuando grande y él me responde que aunque no está muy decidido sueña con "seguir siendo un guía para ayudar a los turistas" o con "ser un policía para tener armas".
La respuesta me deja anonadado. Pienso en eso durante todo mi viaje de regreso a casa y concluyo que la verdadera transformación de Medellín -tan mencionada para beneficios políticos- sólo será verdad en algunos años, ya cuando Freddy y todos los niños de su edad que vivan en el barrio empiecen a forjar el camino de sus vidas y decidan qué quieren ser.
Ojalá y para esa época haya en cada esquina un guía que muestre la verdadera transformación de la ciudad y no un policía en cada sitio que revele con su arma que la violencia es un enemigo persistente.


Para mayor información sobre los proyectos adelantados en la comuna nororiental de Medellín puede consultar las siguientes páginas web:

-Laboratorio Medellín.

-Alcaldía de Medellín.

-Empresa de Desarrollo Urbano.

También, puede ampliar sus conocimientos sobre la violencia en las comunas de Medellín consultando el libro:

-No nacimos pa' semilla, del periodista y actual alcalde de la ciudad de Medellín, Alonso Salazar.

2 comentarios:

  1. Muy buen trabajo Johnatan. Creo que haces una muy buena crónica sobre tu visita al barrio Santo Domingo y logras involucrar en el relato ingredientes claves para comprender lo que está pasando en las zonas de Medellín que están en el centro de atención de la llamada transformación de la ciudad.

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  2. Muy interesante... Me parece excelente que se halla tomado el punto de vista de los niños de un barrio periférico de la ciudad. En muchas ocasiones se omite el gran pensamiento de estas pequeñas personas.

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